Que estamos inmersos en una época de transformación continua es una obviedad confirmada por líderes y expertos de diferentes sectores y ámbitos. No voy a discutir si tiene más relevancia el hype de transformación digital o transformación social. En este artículo me gustaría realizar una reflexión sobre cómo ese proceso de cambio ha afectado especialmente al área del diseño, que también se ha transformado respondiendo a las necesidades y problemas que se suceden en el ámbito del desarrollo de productos digitales (plataformas, aplicaciones, portales corporativos, etc.).
No hace mucho tiempo el término producto se empleaba para definir algo material, físico, que se produce en una fábrica, se embala y que encontrábamos en una tienda. Pero hoy en día el concepto es mucho más amplio y se utiliza también para referirse a productos digitales, aquellos que pueden adquirirse en la nube o directamente en Internet y que se han creado mediante las nuevas tecnologías de la información. De hecho, las apps que descargamos desde los diferentes stores son un ejemplo de esos “productos modernos”.
Si echamos la vista atrás, fácilmente podemos identificar el perfil del diseñador como una figura dentro de los equipos creativos que trasladaban las ideas a bocetos; y estos bocetos, a su vez, a un diseño final para que fuese desarrollado cumpliendo con los criterios estéticos definidos y siguiendo la guía de estilos y componentes que se habían determinado a tal fin. Realmente es una breve descripción de las responsabilidades que se enmarcan bajo el rol de diseñador, pues éstas pueden ser numerosas y contemplar distintos parámetros de la actividad: Diseñador UX, Diseñador UI, Gráfico, Web, Motion Graphics…
En su momento, la evolución natural del diseñador gráfico o diseñador web fue hacia la figura de diseñador de “experiencia de usuario” (UX) y diseñador de interfaces (UI). Esta evolución ha sido una seña de identidad diferencial a la hora de construir productos de gran relevancia; me refiero a la construcción de plataformas digitales con miles de millones de usuarios. No es casualidad el éxito alcanzado por plataformas que han sabido adelantarse comportamiento de sus usuarios, identificar los problemas a los que se enfrentan y responder con flujos de navegación intuitivos y habilitar acciones que solucionen esos problemas.
A continuación voy a explicar qué responsabilidades desempeña cada rol y cuál es la evolución natural de un diseñador UX/UI a diseñador de producto, partiendo de la siguiente premisa: Todos comparten el mismo objetivo: cómo un usuario interactúa con un producto.
UX, User Experience Designer: Cómo se percibe el producto, el “feeling”.
Su objetivo es garantizar que la interacción de los usuarios sea lo más eficiente y lo más sencilla sea posible. El diseñador se pone en el papel del usuario y trata de detectar problemas que pueden surgir. Entre sus cometidos:
- Define diferentes escenarios y construye patrones de interacción.
- Tiene que emplear herramientas que le ayuden a estudiar el comportamiento de los usuarios.
- Realiza prototipos de la interfaz y crea la lógica del producto con wireframes.
UI, User Interface Designer: Qué aspecto tiene el producto.
Diseña cada una de las pantallas o páginas del producto. Visualmente debe comunicar la lógica definida por el UX. Además es el encargado de realizar la Guía de estilos y unificar el lenguaje visual.
Product Designer
Es un profesional inmerso en la creación del aspecto de un producto completo. Identidad, aplicación, website… Cómo funciona y qué hace.
Son quienes aportan la visión real del producto a un diseñador UX y quien puede ayudar a definir el aspecto de un nuevo botón al diseñador UI. Desde el alto nivel en la definición hasta el nivel más bajo de ejecución.
Existen varios factores determinantes y, por qué no, también cabe la posibilidad de hablar de locomotoras del cambio que han favorecido esta transformación y revolución dentro del mundo del diseño: metodologías de desarrollo ágil, Design Thinking, Lean UX…
Hoy en día hay que buscar la perfecta sincronía entre las necesidades de negocio, la rentabilidad, lo que los usuarios demandan, lo que somos capaces de desarrollar…, y esto solo se consigue si existe una estrecha colaboración desde un primer momento entre todas las partes implicadas en el desarrollo del proyecto.
Por eso, es fácil encontrar lecturas de cómo los perfiles de diseño se incorporan a los equipos de desarrollo de manera eficaz en metodologías ágiles, o bien cómo diferentes perfiles de una compañía se reúnen para poner el foco en los principales problemas y posibles soluciones antes de determinar el producto final que hay que desarrollar.
En cualquier caso, contar con los profesionales adecuados a la hora de desarrollar los denominados productos modernos es imprescindible. El diseñador de producto está al mando de todas las fases de creación del producto digital, está implicado en la estrategia, conoce el nicho de mercado al que se dirige, cuáles son las plataformas de distribución y la audiencia objetivo, así como sus principales características.