El caso Ramón Espinar
Ramón Espinar y @ahorapodemos no sólo acostumbran a perder las batallas de los medios de comunicación tradicionales (poco pueden hacer ahí), sino también, las de las Redes Sociales, a pesar de que se trate del partido con los líderes más seguidos en Social Media. Pero ya sabemos que no todo es tamaño…
El caso de las últimas elecciones, donde un partido con tan poco tirón en el 2.0 como el PP (esto del poco tirón es un eufemismo, claro) le ganó por la mano en su estrategia de redes (especialmente en Facebook), parecía el último varapalo, y que @ahorapodemos rectificaría. Se ve que no.
El supuesto caso Ramón Espinar lo ha dejado claro.
Más allá de la cúpula del trueno
O más allá de la burbuja de los fans. Para ganar batallas hay que salir de la trinchera propia, atacar las líneas enemigas, adentrarse en terreno hostil. Eso fue lo que hizo el PP en las pasadas elecciones. Y lo que sigue sin hacer @ahorapodemos, o hace sin éxito. Su esfuerzo en Redes Sociales parece más centrado en apretar sus filas y en convencer a los ya convencidos, que en convencer a los que desconfían.
En este caso, frente al relato de la prensa que le es hostil, ha lanzado su propio relato a través de sus cuentas en las Redes. Eso le sirve para consolidar a sus fans y ofrecerles una versión diferente y unos argumentos con que mantenerse en sus posiciones.
Pero, ¿qué pasa con los no-fans? No me refiero a los abiertamente contrarios, sino a todos aquellos que por perfil podrían acercarse a la marca @ahorapodemos, pero que aún no son seguidores ni fans.
Ese relato apenas si lo oyen. Están del otro lado de la frontera. Sólo les llegan algunos ecos que suenan como excusas en medio del relato de los mass media. Porque, frente a la versión de la marca, se opone otra sostenida machaconamente por casi todos los medios audiovisuales, prensa en radio, la maltrecha pero aún influyente prensa escrita y buena parte de la prensa digital. Además de sus respectivas estrategias de social media.
La marca, en cambio, sólo dispone de una escasa prensa digital amiga que, en aras de mantener un cierto sello de independencia y objetividad, ha tratado este asunto con esa falsa equidistancia basada en comparar ambos relatos y hacer críticas hacia los dos lados. Como si la independencia y la objetividad fuese una especie de labor de mediación y no, informar sobre los hechos y, en la sección apropiada, dar la razón a quien en cada caso la tenga.
En el fondo, esto no hace sino que apoyar la versión ajena a la marca: hay un relato oficial y lo expuesto por Ramón Espinar son matices que sólo lo libran de la censura jurídica, pero no de la censura moral.
Batalla perdida.
Crisis de reputación e Influencers.
Un caso de estos no deja de ser equiparable a una crisis de reputación. Y supongo que @ahorapodemos dispone de un protocolo previamente fijado para ello. Y digo yo que, entre otras herramientas, estará fijada la forma de obtener ayuda de influencers ajenos a la marca. ¿O no?
En cualquier caso, no acabo de ver qué estrategia siguen @ahorapodemos y Ramón Espinar en relación con los influencers. Porque si bien es cierto que existen numerosas cuentas con un buen número de seguidores que los apoyan, no sé si se pueden llamar propiamente influencers.
Un buen influencer es alguien ajeno a la compañía, que así lo parezca y que su opinión tenga reputación tanto de conocimiento como de independencia y ausencia de interés.
En esta definición difícilmente entran los articulistas de opinión de la prensa más próxima y otras cuentas semejantes que, además de no parecer desinteresados ni verdaderamente independientes de la marca, suelen verter opiniones que se encuadran en la falsa equidistancia de la que hemos hablado.
Un influencer tiene que ayudar a sostener el relato de la marca. Pero con sus propios argumentos y opiniones. Sin que suene a argumentario de partido. En el caso del piso de Ramón Espinar, o “El Pisito 2.0”, la única cuenta que se podría contar como influencer, por posición y apariencia, es la de @BeatrizTalegon, quien escribió el único artículo sobre el asunto que puede decirse que encaja con esta definición y que apoya la tesis de Espinar).
Es bueno que haya influencers en nuestra propia trinchera, que mantenga la convicción de los nuestros. Pero, como los servicios de inteligencia militar saben, hay que tener más en las trincheras enemigas, para cuestionar su relato y ganarse partidarios en el bando contrario.
Está bien, no seamos tan belicistas. Hay que ganarse influencers que puedan hacer llegar la visión de la marca (quiero decir: partido político), en este caso, @ahorapodemos y Ramón Espinar, a aquellos consumidores políticos (perdón, quiero decir: votantes) que aún no confían en el producto (perdón de nuevo: ideario político, propuestas, versión de la realidad…) que la propia marca, partido político ofrece (perdón, ¡otra vez!, quería decir: defiende).