Con Internet, de sobra sabemos que el consumidor ya no es tal sino que es un prosumidor: es a la vez emisor y receptor de información. Opina en redes sociales, navega en busca de información y otras opiniones, etc. Es infinitamente más poderoso que hace una década. El prosumidor sólo consume lo que quiere, lo que realmente le interesa. Ya no es tan fácil llegar a él con mensajes manidos de “mi producto es el mejor”. Y desde luego, esos mensajes ya no son nada efectivos. La publicidad, el marketing, la comunicación de las marcas debe cambiar inevitablemente y ser capaces de llegar a ese nuevo consumidor al que ya no vale con satisfacer. Hay que hacerlo sentir.
Seguro que habréis oído alguna vez la frase “la gente olvidará lo que dijiste, lo que hiciste, pero nunca olvidará como la hiciste sentir” (Maya Angelou). Eso es lo que pretende hacer el marketing experiencial: ser capaz de generar emociones en nuestro consumidor y hacerlo sentir, con el objetivo de que asocie estas emociones y sentimientos con nuestra marca. Aquí van dos ejemplos para que entendáis mejor a que tipos de acciones nos referimos
Benefit te convierte en famosa por unos minutos
La marca de cosméticos Benefit realizó una acción por las calles de San Francisco imposible de olvidar para sus participantes.
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Frozen cinema
Así es como consiguió una ong alemana donativos para personas sin hogar.
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Imposibles de olvidar ¿verdad? El gran poder del marketing experiencial radica en que las experiencias son fuentes de emociones y las emociones son el motor de la toma de decisiones. Sin duda, un marketing mucho más efectivo que cualquier otro. Si además de hacerles sentir, les satisfacemos una necesidad, el éxito está asegurado. Pero esto exige un compromiso por parte de la marca. Como explica Max Lenderman, uno de los gurús del marketing experiencial, hay que ser auténtico, honesto y empático; Involucrar al consumidor, aportarle un beneficio y nunca presionarlo. Él decidirá cuándo aceptar la experiencia y cuando comprar.
Hay muchas formas de generar vivencias en el consumidor: a través de experiencias físicas, concursos, marketing olfativo, gamificación, etc. Si conseguimos implicar con ellas al consumidor, se convertirá en prosumidor, lo que aumentará exponencialmente las posibilidades de que sea evangelizador de la marca y multiplicará por seis su valor para nosotros.
Y vosotros ¿habéis vivido alguna experiencia de marca inolvidable?