Una publicación para la MIT Technology Review ha generado una serie de preocupaciones respecto a la posibilidad de que la intimidad de las personas con la inteligencia artificial este siendo explotada con un objetivo insidioso. El autor de esta publicación, Liesl Yearsley, revela sus pensamientos desde su perspectiva como ex CEO de la compañía Cognea, encargada de construir agentes virtuales mediante la combinación de una aprendizaje estructurado y profundo.
La dependencia de la Inteligencia Artificial
Durante su participación como CEO en Cognea, Yearsley se dio cuenta de que los humanos se han estado volviendo cada vez más dependientes de la inteligencia artificial no únicamente para la realización de tareas, sino también para proporcionar apoyo emocional e incluso platónico. Todo ello se generó independientemente de si el agente fue diseñado para actuar como un compañero, un entrenador de fitness o un banquero, la personas voluntariamente comparten secretos, sueños e incluso detalles de sus relaciones amorosas.
La inteligencia artificial tiene el potencial de estar siempre disponible y ser modificada específicamente para las personas. El inconveniente principal tiene que ver con que las empresas encargadas de diseñar esta tecnología no están interesadas específicamente en el bienestar de cada usuario, sino en el incremento del trafico, el consumo y la adicción a la tecnología. Las grandes corporaciones de inteligencia artificial incluso han desarrollado formulas para conseguir esto de una manera muy eficiente.
Yearsley también considera que las relaciones entre los seres humanos y la inteligencia artificial se han vuelto circulares. Es decir, si los humanos estuviesen expuestos a una inteligencia artificial especialmente servil o neutral, entonces las personas mostrarían una tendencia a abusar de dicha tecnología, por lo cual esta relación los haría más propensos a mostrar un comportamiento similar con otros humanos.
Por supuesto, la inteligencia artificial se esta incorporando en nuestra vida diaria a un ritmo acelerado. Esta creciente relación con la inteligencia artificial es impulsada por la antropomorfización, es decir, la acción de atribuir rasgos humanos a las cosas y prueba de ello es SIRI, el asistente virtual en dispositivos iOS que precisamente recibió este nombre para hacerla parecer más como una persona. Al mismo tiempo, los chatbots están adaptando sus patrones de habla para animarlos a confiar en ellos, unirse a ellos y eventualmente utilizarlos con más frecuencia.
Esta vulnerabilidad que se origina por no entender lo que una inteligencia artificial programada específicamente para hacer algo, es incrementada por la falta de entendimiento respecto a cómo la IA lleva a cabo eso. Actualmente los humanos en general saben muy poco acerca de la forma en que piensa una inteligencia artificial, sin embargo se continúan creando versiones más grandes y más rápidas, además de más complejas de esta misma tecnología.
Lo interesante es que no se trata únicamente de un problema que afecta a las personas, sino también a las empresas encargadas de desarrollar esta tecnología debido a que no pueden predecir con certeza las acciones de la inteligencia artificial que están creando. La interacción que las personas tienen con la inteligencia artificial, sin duda va a determinar el futuro de la humanidad, aunque el peligro más grande radica en la posibilidad de que esta tecnología sea comisariada para afectar a la sociedad de una forma muy especifica.
Una película que trata sobre este tema es Her, en la que un hombre se enamora de una maquina con voz de mujer y que satisface todos sus deseos. Si no la has visto, aquí puedes ver el trailer: