Los datos y la información se han transformado en los artículos de mayor valor para las compañías y marcas en general en el mundo moderno desde la incepción del Big Data. El acceso a la información les permite garantizar unos resultados óptimos, adelantándose a los deseos y comportamiento de los consumidores.
El Big Data o Datos Masivos es precisamente esa realidad indefinida que se repite cada vez que se habla de ellos, mejorando los servicios ofrecidos por las empresas que generalmente van orientados a solucionar problemas.
Acceder a la información sobre los consumidores a través del Big Data brinda a las marcas una posibilidad de penetración jamás vista antes
No obstante, al hacer un análisis más detallado de la realidad es más fácil apreciar el verdadero alcance del Big Data. El acceso a la información brinda la posibilidad a las marcas de alcanzar unos grados de penetración insospechados en relación con lo que hace o es el consumidor, se ha llegado a un nivel más elevado que nunca antes. Basta con observar varios ejemplos de todos los datos que podemos conocer gracias al Big Data para poder comprender su gran dimensión en el mundo moderno.
Entre los datos que puede proporcionar el Big Data se encuentra lo que las personas están en capacidad de pagar por productos y servicios, además de los límites que no están dispuestos a rebasar a la hora de invertir su dinero. Ya hay quienes consideran que esa será precisamente la frontera a continuación donde se deberán mover las compañías de retail, principalmente los supermercados.
De acuerdo a Martin Lindstrom en su obra titulada “Así se manipula al consumidor”, asegura que en Escandinavia existen supermercados que modifican sus precios diariamente y en Japón existen los que los cambian cada hora, algo que les resulta bastante fácil ya que los productos cuentan con marcadores de precios digitales.
Posiciones como la del cambio de precios diariamente o cada hora resultan más acertadas que las de usar «precios sicológicos»
Esta posición resulta mucho más acertada que la de utilizar “precios sicológicos” o variar los precios tradicionales con promociones que generalmente pueden funcionar, toda vez que nace en la realidad y en los deseos verdaderos de los consumidores.
Los mencionados precios rompen al mismo tiempo con los clichés, como es el caso del consumidor que siempre busca el precio más económico y se acomodan a la expectativa de ese consumidor, cuando en verdad lo que busca es un precio justo para el producto en particular, que no siempre resulta ser el más bajo o económico que pueda encontrar en el mercado.